miércoles, 21 de enero de 2009

Periodista precoz e incognito

Arthur Rimbaud, periodista 'inédito' a los 16 años


Un artículo desconocido hasta ahora y firmado con seudónimo demuestra la precocidad del poeta

Enviado especialCANNES.- El sueño de Bismarck es la prueba material que relaciona a Rimbaud con el ejercicio del periodismo. Un artículo patriótico en tiempos del conflicto franco-prusiano que el poeta escribió a los 16 años valiéndose de un seudónimo misterioso, Jean Boudry, y de un lenguaje enardecido.
El texto apareció entre las páginas del Le Progrès des Ardennes el 25 de noviembre de 1870, aunque ha sido ahora, 138 años más tarde, cuando lo ha desempolvado Patrick Taliercio, un joven realizador francés que buscaba novedades para dar sentido y originalidad a la biografía en celuloide del maldito Arthur Rimbaud (1854-1891).
De hecho, el ejemplar original del Le Progrès, divulgado ayer como un acontecimiento nacional en Le Figaro, estaba almacenado entre los papeles y los legajos de un anticuario de Charleville, la villa natal del prodigio. Taliercio se llevó el periódico a cambio de 30 euros y acudió a los especialistas de Rimbaud para cerciorarse de la máscara de Jean Boudry.
El primer indicio era, en efecto, el seudónimo, utilizado esporádicamente por el autor de Las iluminaciones en otros avatares de transformismo identitario. La segunda razón consistía en el estilo. Todavía académico, encorsetado y retórico, pero representativo igualmente de una personalidad pujante que estaba a punto de alumbrar Le Bateau ivre (1871).
«No cabe duda de que el texto es de Rimbaud», asegura el especialista Jean-Jacques Lefrère. «La fecha de publicación, el contexto histórico, la cuestión estilística y las inquietudes del autor responden perfectamente a las coordenadas de un hallazgo verosímil, por no decir irrefutable».
La única duda provenía, en realidad, del entusiasmo patriótico con que Jean Boudry se dirige a sus lectores en la portada del periódico. Rimbaud mantuvo distancias con el fervor nacionalista. No sólo en los años posteriores a la publicación del artículo. También en agosto de 1870, tal como lo prueba su intercambio epistolar con Georges Izambard, su profesor de retórica en la academia. «Mi patria se levanta», le escribe Rimbaud. «Pero yo prefiero estar sentado. Acepto de mal grado esta fiebre de espadachines. Me molesta la estupidez con que mi ciudad se siente superior a la que las circundan», añade en otro pasaje de la carta al maestro.
El texto recogido en el Le Progrès des Ardennes lleva como subtítulo la acotación de una fantasía. Y Rimbaud aprovecha semejante libertad para desmarcarse de cualquier pretensión informativa o documental.
Cita a Bismarck en cinco ocasiones. Le dedica una oda invertida. Lo imagina fumando su pipa con las manos sobre el mapa de Francia. Incluso lo presenta meditando sobre la manera de conquistar el símbolo de París.
«¡París, París! ¡Soñó tanto con París despierto que la somnolencia se va adueñando de él dulcemente!», escribe Rimbaud. «Y su frente se inclina hacia el papel. Y maquinalmente, el horno de su pipa, que ha escapado de sus labios, se abate sobre el feo punto negro».
El profesor Lefrére no considera las dos columnas una obra maestra, pero le atribuye otros méritos como la soltura en el plano metafórico, la prematura madurez, el vigor literario y la erudición del lenguaje. Sin olvidar las implicaciones biográficas y profesionales que supone la aparición del periódico tantos años después de su muerte.
¿Fue entonces Arthur Rimbaud periodista? ¿Hubo otros artículos con seudónimo en el Le Progrès des Ardennes? Las preguntas abren un horizonte insospechado y rectifican la versión según la cual el poeta no ejerció de plumilla porque le cerraron las puertas en el diario de Charleroi (Este de Francia) al que había ido a probar fortuna con 16 años.
«Hasta ahora pensábamos sinceramente que ése contratiempo había dado por zanjada las pretensiones de un carrera periodística de Rimbaud», explica Jean-Jacques Lefrére. «Ahora tenemos la prueba, en cambio, de que colaboró con un diario local. Hay que retomar las investigaciones. Buscar en las hemerotecas. Indagar si existen otros ejemplares del Le Progrés en los que Rimbaud pudiera haber colaborado con el mismo seudónimo».
No hay demasiadas razones para el optimismo. Bien porque el diario tuvo una vida efímera o bien porque las instalaciones donde se alojaban los archivos quedaron sepultados por un bombardeo alemán.
El director de la Biblioteca de Charleville, Gérard Martin, admitía que únicamente se conservan 15 números. Y reconocía a regañadientes que en ninguno de ellos aparece la firma del misterioso Boudry.
Hay otra razón pintoresca que contradice las expectativas de hallar un tesoro literario. Resulta que al director del periódico, un tal Jacoby, no le gustaban demasiado los artículos del muchacho. Prefería «crónicas de actualidad y de utilidad inmediata», tal como puede deducirse de los documentos que ha encontrado Patrick Taliercio en sus pesquisas.
Todas ellas favorecen la verosimilitud de la paternidad de Rimbaud, aunque no ha sido fácil despojar el acontecimiento de las precauciones. Tanto por la importancia que entrañaba El sueño de Bismarck como porque el poeta francés ha sido víctima póstuma de falsificaciones.
Ninguna tan conocida y lamentable como la que protagonizó el crítico literario Pascal Pia en 1949. Lamentable porque el sujeto en cuestión anunció haber encontrado el manuscrito perdido de La chasse spirituelle.
Fue una sacudida en el mundo de las letras. Y un escándalo equivalente cuando se vino a saber que Pia había redactado e inventado el incunable para rentabilizar a su beneficio la memoria y los derechos del prodigio.
«Es impresionante la madurez que Rimbaud demuestra en El sueño de Bismarck», razona el profesor Lefrére. «El artículo recuerda a un poema casi contemporáneo, Le Dormeur du val, donde el poeta se pronuncia contra el dolor de la guerra oponiendo la dulzura de la naturaleza. La diferencia entre ambas obras estriba probablemente en el enfoque».
El hallazgo del texto también acarrea las prosaicas connotaciones crematísticas. La Biblioteca de Charleville quiere comprárselo «como sea» a Patrick Taliercio, aunque el joven realizador francés sopesa quedárselo como un símbolo del documental o informarse de los dineros que podría conseguir en caso de llevarse a efecto una subasta internacional.
Los expertos creen que el precio rondaría los 4.000 euros. Porque no se trata de un manuscrito. Porque el ejemplar del Le Progrés no está bien conservado (faltan algunas palabras del artículo de Rimbaud). Y porque podrían aparecer otras copias con la fecha del 25 de noviembre de 1870. Aquél día, Arthur Rimbaud se bautizó como periodista.

Fuente: http://www.elmundo.es/papel/2008/05/23/cultura/2399224.html

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